lunes, 26 de septiembre de 2011

Información sobre apartamentos y pensiones en La Graciosa

Para pasar unos inolvidables días en la isla de La Graciosa puedes alojarte en algunos de los apartamentos que hay en la isla, así como en cualquiera de las dos pensiones.
También existe una zona de acampada.
Si necesitas cualquier información, no dudes en pedírmela enviándome un correo a:

saaisabel@gmail.com

miércoles, 18 de junio de 2008

La casa de los ingleses


La casa de Patrick y Silvia Shiel

Cuenta la leyenda que a finales de los sesenta, un matrimonio inglés que buscaba huir de una terrible tragedia familiar, envió diversas misivas a diferentes islas perdidas por el planeta, solicitando información sobre la vida en dichas ínsulas. Después de sopesar los datos recibidos de maestros-escuela, curas y otras autoridades que tuvieron a bien contestarles, decidieron instalarse en La Graciosa.
Patrick era arquitecto y su mujer pintora.
La pareja se instaló entre los gracioseros y con el tiempo se convirtieron en unos isleños más. Dicen algunos testigos de su historia que de lo único que se quejaban los ingleses era del terrible viento del sur que, sobre todo en invierno, convierte a la isla en un barco flotando en medio de un mar de arena en el que apenas se puede respirar.
Patrick era un arquitecto moderno que diseñó y dirigió el proyecto de su casa así como de sus muebles y también la carpintería.
Años después, la arquitecta Blanca Lleó en su ensayo "El sueño de habitar" analiza varias viviendas unifamiliares, y entre ellas, define la de Patrick Shiel y Silvia Shiel como "la aventura del hombre libre, alejado,
aunque no olvidado, de la civilización moderna."
Como señala la socióloga Sagrario Martínez Berriel:
"La casa de los ingleses es la primera obra de arquitectura de la isla que no tiene una finalidad de cobijo y supervivencia. Es un espacio deliberadamente creado por unos artistas que quieren apartarse del mundo. "

jueves, 5 de junio de 2008

Las olas de Barceló


Miguel Barceló en La Graciosa*

Miquel Barceló es una de las firmas más representativas de la pintura internacional. El personaje Barceló marca época y apasiona con su aventura creativa. Sus obras, de gran potencia y muy cotizadas, son apetecidas por museos y coleccionistas.
El autor mallorquín lleva 30 años de pugna, en la ola y en la brecha, desde que se afamó con su gesto expresionista y transvanguardista, igual que una joven estrella del rock. En Europa aporta una cierta idea mediterránea de la España moderna y engarza con la herencia de Picasso y Miró. Es premio Príncipe de Asturias y hace 20 años fue premio Nacional de Artes Plásticas. “Mi proyecto principal es pintar cada día en el taller. Eso es lo que hago”, explica este artista total, que no se ha endiosado ni desconectado de su mundo, de las amistades antiguas y bohemias que conoció en su dura batalla de los años setenta en Palma y Barcelona.

Respetado y triunfador, se pronuncia radical contra la destrucción del paisaje de Mallorca o la guerra de Irak. Barceló fue el último ecologista que, en 1977, abandonó la ocupación de la isla de Sa Dragonera, en Andratx, para evitar su urbanización.

Trashumante, vive y trabaja en Mallorca, París y Malí. Pinta, dibuja, obra el fango, hace esculturas, crea escenografías, interviene en una performance y escribe en la agenda de bolsillo. No es creyente y el poder antiguo de la Iglesia le encomendó la intervención con el milagro de los panes y los peces en la densa biografía litúrgica, en el memorial de
arte que es la seo, un sueño que no pudo cumplir Joan Miró, vetado por los canónigos en la dictadura.

Andy Warhol retrató con fascinación al pintor estrella de Felanitx, que tuvo taller en Nueva York, donde expuso con el mítico galerista Leo Castelli.
Su carisma y capacidad de seducción corren parejas a su fuerza expresiva y dedicación.
En una década, su cotización se multiplicó por 10, y por 400 su primera litografía. Un óleo con su firma se vendió por 1,2 millones de euros en una subasta en Londres. Le fastidia abordar la cuestión. “Ahora se da al arte un gran protagonismo del mercado, una especie de monetarización absoluta, se ponen los precios de las cosas como un adjetivo. Igual que en Estados Unidos hablan de un traje de 100 dólares, se alude a las obras de arte sólo por su cotización. Es una vergüenza. Cuando tú miras un picasso o un velázquez no piensas en los millones. Es una concepción obscena”.

Creador sin tendencia ni filiación, vindica la pintura y está en la vanguardia. No desdeña riesgos ni propuestas innovadoras. Ha sido invitado por el Louvre y el Pompidou de París, el Macba de Barcelona, el Prado y el Reina Sofía de Madrid. En la estela de Barceló desde los ochenta se animan generaciones de artistas. Es un tipo diverso y llano, sin misterios.

Fue amigo de Camarón y lo es de Rancapino y de los espadas Curro Romero y Luis Francisco Esplá.
Insular, navegante y buceador, durante el mes de marzo de 2004 Barceló pinta en La Graciosa las olas que rompen en la orilla de sus costas dando lugar a una serie de cuadros de temática marina que expondrá en verano en la Galería Timothy Taylor de Londres. Como taller, en La Graciosa utilizó un almacén perteneciente a mi amigo José Luis, quien no supo a qué magnífico artista alojaba entre sus paredes. Seguramente Barceló valoró ese anonimato tanto como los paisajes que reflejó en sus cuadros.

*Documento en parte extraído del El País digital.

domingo, 25 de mayo de 2008

LA GRACIOSA: Una playa con isla* con un siglo de vida poblacional estable.

La Graciosa es una pequeña isla situada en el Norte de Lanzarote que cuenta en su interior
con dos núcleos de población: Caleta del Sebo, un pueblo de pescadores en el que se concentra la mayor proporción de familias dedicadas a esta actividad de toda Canarias, y Pedro Barba, un pequeño núcleo, dedicado al turismo y habitado casi exclusivamente en verano. Es la isla más grande del Archipiélago Chinijo que en el lenguaje insular quiere decir pequeño. Este Archipiélago junto con el mar que les rodea y el Risco de Famara en Lanzarote constituyen un Parque Natural marítimo- terrestre de enorme interés ecológico por su valioso patrimonio medioambiental. En su interior se encuentra además la Reserva Natural Integral de los islotes no habitados de Montaña Clara, Roque del Este y Roque del Oeste. Recientemente (2006) se acaba de aprobar, no sin grandes dificultades, el Plan Rector de uso y gestión de este territorio que desde 1986 había sido declarado Parque Natural.

El caso de La Graciosa es paradigmático, tan pequeñita y tan llena de quimeras. Piratas, poetas, científicos y empresarios la han engrandecido más de lo que nunca pudieron imaginar sus pobres pobladores. ¡Cuanta historia puede caber en un pedazo de tierra inhóspito y azotado por el viento!

La conquista castellana de las Islas Canarias empezó en el abrigo natural que separa a La Graciosa de Lanzarote. En el Río, un remanso de mar de una escasa milla, donde las naves de los conquistadores consiguieron fondear y comenzar el conocimiento real del territorio insular.

La Graciosa fue a finales del siglo XVI una dehesa de los vecinos de Lanzarote que bajaban por las veredas de Famara el ganado que no podían mantener por falta de lluvias. Explotaban distintos recursos que les eran útiles: pescaban, mariscaban y cazaban pardelas. La grasa de estas pequeñas aves de mar que han estado casi en peligro de extinción servía además para calafatear los barcos. Había también en el Risco de Famara unas salinas de enorme utilidad para conservar la carne y el pescado. En el siglo XIX se establecieron licencias para explotar los recursos de la isla porque la no reglamentación había producido su expolio.

Después de estos antecedentes de uso del territorio, a principios del siglo XX se produjo el poblamiento estable de la isla con la creación de una sociedad de pesquerías que no obstante su quiebra dio paso al pueblo de Caleta del Sebo. En 1910 vivian en algunas viviendas y sobre todo en barracones colectivos 169 personas. La población creció en los años posteriores a la Guerra con las obras que se ejecutaron para acondicionar el pueblo por parte del Mando Económico de Canarias con el General García Escámez. La industria pesquera en el Banco Canario-sahariano convirtió las islas Canarias en un lugar estratégico para el capital internacional por la proximidad del continente africano y por el conocimiento que la población local tenia de la pesca artesanal en aquel litoral. En Nuadhibu, Mauritania se instaló en los años 50 una importante colonia de pescadores de Lanzarote y La Graciosa. La pequeña isla de aguerridos marineros, fue entonces conocida como de “isla de las buenas costumbres” por las formas comunitarias con que compartían el trabajo y las riquezas de la pesca (Martínez Berriel: 1992).

Después, con el paso de la pesca artesanal a la industrial vino el declive de la isla. La lenta y deficitaria modernización de las embarcaciones canarias fue perdiendo terreno frente a las potentes flotas europeas y asiáticas que se hicieron con la explotación del Banco pesquero. La cesión del Sahara a Marruecos en 1975 acabó prácticamente de desmantelar este sector económico lo que llevo a la reconversión turística de Lanzarote.


A finales de los años 50, Ignacio Aldecoa (1925-1969), un destacado escritor de la lúgubre posguerra española viajó y vivió en Canarias, unas islas entonces lejanas incluso para los españoles, apartadas como todo el país de los circuitos mundiales del turismo. En la desnudez de La Graciosa donde “nada hay“, Aldecoa escribió su ultima y mejor novela publicada un año y medio antes de morir.

Parte de una historia, creada y ambientada en esta minúscula isla es un detallado relato de la vida de una comunidad de pescadores que vive imbricada con el medio natural y desconoce el mundo civilizado. El paso del tiempo en la isla tal como se relata y se siente por quienes allí viven es imperceptible, no parece sujeto a la medida porque no está ordenado ni tampoco fluye. Lo ocurrido hace unas semanas puede parecer que ocurrió hace meses o años es un presente continuo, característico de las comunidades locales.

La siguiente década, a finales de los años 60, un prestigioso arquitecto ingles: Patrick Shiel (1912-1981) y su mujer Silvia Kerslake se retiran a la isla, construyen una casa emblemática de arquitectura ecológica. La casa de los ingleses es la primera obra de arquitectura de la isla que no tiene una finalidad de cobijo y supervivencia. Es un espacio deliberadamente creado por unos artistas que quieren apartarse del mundo. Pero no hay sueños que duren cien años, la soledad que los ingleses persiguieron acabo mucho antes incluso que la vida longeva de esposa del Patrick, Silvia, la pintora.

Cuando nadie visitaba La Graciosa sin duda era más bella pero su gente vivía calamidades extremas: Analfabetismo, endogamia, alcoholismo, envejecimiento y percepción negativa de la situación vital han sido rasgos estudiados en esta cerrada comunidad (Crespo, González y Salcedo: 1990). ¿Qué comunidad elige vivir aislada y sin ningún bien de consumo? La ecología suele tener pocos adeptos entre las gentes de territorios adversos porque quienes vivieron en el ostracismo y una economía de subsistencia bendicen las “ventajas” de la civilización. El pasado no puede ser mitificado por quien ha vivido la miseria y el aislamiento en territorios incomunicados por condiciones geográficas extremas, sean de montaña o de mar.

La situación ahora es muy diferente porque la gente que vive en parques naturales está viviendo en cotos reservados de un incalculable valor económico y ambiental. Ellos lo saben y quieren negociar su situación. Antes se encontraban abandonados, ahora vigilados.

Aunque los habitantes de La Graciosa no están objetivamente aislados: hay cinco barcos en verano que hacen la ruta Orzola- Caleta del Sebo, tienen televisión, teléfono, un alto nivel de vida, un servicio medico de 24 horas y pueden ser “fácilmente” evacuados porque hay un helipuerto pensado para esta eventualidad; la realidad es que viven en un medio que no se puede ignorar y del que dependen absolutamente. En La Graciosa se vive latiendo con la naturaleza. Cuando sopla el Sureste no hay quien pare fuera de las casas, la isla parece que vuela. Y los barcos no van a Lanzarote. Aunque eso suele ocurrir 10 días al año, la sensación es que puede ocurrir en cualquier momento El determinismo geográfico es inevitable cuando vives en un lugar tan pequeño, tan hermético y tan familiar como el que nos ocupa. **


*Gracias, Laura.
**Texto extraído del trabajo de Sagrario Martínez Berriel

viernes, 23 de mayo de 2008

Gunter Kunkel en La Graciosa

En los años setenta del pasado siglo, visitó nuestra isla de la Graciosa el prestigioso biólogo alemán Gunter Kunkel quien, junto a su esposa Mary Anne pasó largas temporadas en el archipiélago canario, habiendo fundado Ascan, la Asociación Canaria para la defensa de la Naturaleza.

En su obra, Monografíae Biologicae Canariensis, nº 2 recoge las distintas especies vegetales de la isla de La Graciosa y de los islotes.

En La Graciosa, el autor fue colmado de atenciones por
don Jorge Toledo, Alcalde Pedaneo de la isla, y sus amigos
Patrick Shiel, el “Don Patricio” de los isleños, y su esposa, pareja muy hospitalaria y recién establecida, de la que hablaremos en otro capítulo.

Es de señalar que Jorge Toledo es el personaje de Roque en la novela de Aldecoa, escritor del que hablaremos largo y tendido.

Recoge Kunkel en su monografía, entre otros, lo siguiente:

"Al Norte de Lanzarote y separada de esta isla por El Río (un estrecho marítimo de poca profundidad y altura) se encuentra una pequeña isla:La Graciosa. Habitada por unos 1000 seres humanos, más dos dromedarios, cinco asnos, más perros y 200 cabras..."

Hace una serie de recomendaciones, tales como:

“Todas las montañas se deben considerar como santuarios
naturales, tanto desde el punto de vista botánico como para las
aves ya escasas. También se propone conservar el litoral inmediato. La Isla de La Graciosa, como la isleta de Lobos, tiene un
valor extraordinario, especialmente ahora que las formaciones naturales
aún no han sido destruídas como ha sucedido en las demás
islas del archipiélago. En La Graciosa, las partes más importantes
comprenden los complejos siguientes:

a) La Montaña de las Agujas (todo el complejo, incluyendo
el Morro del Asparragal, o de Esparragueras), por su flora sumamente
interesante pero en peligro (pastoreo), y como santuario
de aves, y

b) La zona entre la Montaña Bermeja y la Punta Gorda
(norte de la isla), por sus formación, sus litorales, casi intactas todavía.
En ambas partes, además, hemos encontrado algunas especies
muy raras...”

Y añade:

"En cuanto a las demás isletas de esta región es de esperar que
los propietarios (particulares!) mismos reconocerán pronto el valor
natural de sus tesoros y que tratarán de conservar sus propiedades
lo máximo posible, antes que se planifique un futuro desarrollo
(modificaciones) y antes que los animales domésticos introducidos
(cabras) puedan terminar con su selección descriminativa de la
vegetación natural de las islas. Un futuro no lejano agradecerá
cualquier paso en cuanto a la conservación de estos verdaderos
tesoros naturales.